lunes, septiembre 21, 2009

a Letter to say goodbye

Ufff... ha pasado un tiempito desde la última vez que me dediqué a escribir cosas en mi blog. Quería aclarar dos cosas:

1.- Yo escribo lo que siento, lo que se me antoja y lo que se me viene en mente. Sale debajo del título, especificado para qué tengo esta página, y la conservo a pesar de que no dejo registros muy seguido.

2.- No me interesa quien lee este blog, porque me dedico a omitir identidades. Si hablamos de público, creo que tendría muchos más comentarios en cada texto, no palabras de mis amigos (como Ariel, quien está en Canadá), o los mensaje que me dejan en spam para visitar páginas porno japonesas.

Sé que algún día leerás esto. Y déjame decirte que no me interesa lo que pienses de mi. Yo me siento feliz, porque al fin se cerró el capítulo. Al fin me liberé de mi tormento, y aunque la situación no me favoreció en nada, pude desahogarme y dejar en claro mi postura. Puedo parecer pendeja e inmadura... Pero, ¿te recuerdo una cosa? Lo soy. Soy una cabra chica, asumida como tal. No tengo experiencia, y voy un poco desfasada con respecto a mis congéneres. No sé como manejar muchas situaciones pero cuando la verdad sale a la luz, es lo mejor para todos... Aunque duela. Si hay una enseñanza que valoro de mis padres, es ir siempre con la verdad.
Yo tengo una herida, que lleva conmigo una buena cantidad de años. Tú no me la hiciste, sólo la agrandaste a tal punto de que mi dolor fuera insostenible e intolerable... Casi agónico. Una hemorragia de dolor y de pena que me acompañará quizás hasta cuando se logre hacer soportable nuevamente y cierre, aunque quede la cicatriz.
Nunca te forcé a nada, ni siquiera tuve el valor de preguntarte que qué onda porque me ibas a responder con tus evasivas típicas y te ibas a hacer el loco. Igual que siempre nomás. En realidad aprendí a conocerte una pizca ya que el resto lo escondes (según tus propias palabras, eres maestro para esconder cosas), para no alterar tu imagen incorrompible de joven cool maduro que presentas ante todos. A mi no me importa que te hagas ver así, pero cuando comencé a ver que no eras tan bacán como te pintabas, fue cuando me di cuenta de que eras igual que cualquier otra persona, y dejé de idealizarte como el hombre perfecto.
A estas alturas de la vida, existirá el hombre perfecto? No lo creo.
Pero momento...
Dijiste que te sentías en deuda conmigo. ¿Acaso alguna vez te cobré algo? Creo que nunca lo hice. Si te di mi amistad, fue de forma desinteresada al igual que a todos aquellos a quienes considero amigos (que a todo esto sólo me soban el lomo para yo sentirme mejor y menos miserable), porque para que sepas y te quede bien clarito, mi universo no siempre giró en torno a tí. Mi vida ya tenía un rumbo tomado desde mucho antes de que hicieras aparición en el escenario, así que no creas que llegaste de salvador o algo parecido. Ni tampoco te sientas responsable de todo el dolor que pasé y que sentí por situaciones que pasaron en este lapso de tiempo.
Y bueno... El resto ya te lo dije y lo dejé bien en claro.
Me mostré ante ti tal cual soy. Vencí todos mis tapujos (absolutamente todos), por eso me extraña araña que digas que no me conoces. Que te extraña mi actitud. Siempre he sido igual, con el mismo carácter que ya viste en muchos momentos.
Saldando el tema, después de la conversación que tuvimos hoy, me dejaste en claro la clase de persona que eres. Al final, mi capacidad observatoria no es tan mala porque acerté en varias cosas de toda la sarta que salió a la luz. Pensar las cosas demasiado no es tan malo y perjudicial como me dijiste.

Porque nunca sabes lo que tienes, hasta que lo pierdes. Lamentablemente nunca vuelve.

No hay comentarios.: