Hace algún tiempo atrás, sucedió algo que siempre supe que ocurriría, pero que nunca asumí, porque soy muy ingenua o simplemente, porque no quería tirar por la borda algo importante.
Ahora que lo reflexiono y lo medito, mi intención no era causar daño, por el contrario... Quería hacer un bien, pero independiente de mi intención, el daño lo provoqué igual, y me sentí mal. Bastante mal. Quien lo diría, suponiendo que yo era tan insensible, o quizás, sádica, porque me conformaba con el sufrimiento de alguien, con tal de saciar el asqueroso y repugnante deseo de mi ego, de sentirse pro, o simplemente por esas tincás weonas de mi género...
La verdad, es que no sé el por qué de mi reacción. Quizás, es porque yo también viví lo mismo, claro que fue cuando era mucho más chica. Tenía no más de catorce años, e hice aquello que me dijeron a mi, pero con otras palabras, ya que en ese entonces, mi conocimiento y experiencia eran mucho más limitados que ahora, y no tenía una intención concreta.
En fin, sentí el rechazo por parte de alguien, de una manera abrupta y sosa. Lamenté un poco el haberme precipitado, pero más que la respuesta en sí, me dolió el ego. Claro que en este caso, yo no sentía cosas muy fuertes. Todo era parte de un maldito capricho.
Aunque, volviendo al asunto actual, pese a todo, mi decisión fue la correcta. No quería dañar a esa persona, porque más que mal, no se lo merece, sobretodo considerando lo despótica que me he vuelto, y que ando más paranoica que nunca, auunque no suenen más que a simples excusas, pero lamentablemente esos sentimientos no surgirán simplemente por un deseo, o por un capricho. Y bueno, en realidad, nada de lo que diga servirá.
Al menos, las cosas siguen un curso normal, aunque me siento un poco rara al respecto.
En fin...
No quiero seguir entrando en detalles.
sólo espero que me perdonen
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